Rivero RodrÃguez, Manuel / Gaudin, Guillaume
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23,75 €La MonarquÃa española consolidó su organización polÃtica y sus estructuras de gobierno durante el siglo XVI. Al mediar la centuria, cuando Felipe II accedió al trono, la MonarquÃa se describÃa como una entidad polÃtica plural, un conglomerado de reinos articulados polÃticamente, pero independientes los unos de los otros; los reinos de Aragón, Cerdeña, Mallorca, Nápoles, Navarra, Perú, Nueva España, Portugal, Sicilia y Valencia, asà como el principado de Cataluña, fueron gobernados por virreyes. Aquellos que cumplÃan la función del rey en el lugar del rey permitiendo la ficción de que cada territorio seguÃa conservando a su propio soberano sin ser gobernados desde el extranjero. En esta categorÃa podrÃan añadirse, además, a los gobernadores de Milán y de los PaÃses Bajos que actuaban como vice duques y no disponÃan del cargo de virreyes por no gobernar reinos. Todos ellos eran alter ego, otro yo, del soberano y gobernaban los territorios en su nombre. Duplicar la persona del rey puede ser una forma original de salvar las dificultades que plantea la distancia, pero, en un conjunto de territorios que no tenÃan más identidad común que la de tener un mismo soberano y profesar la misma confesión, el gobierno de lugares tan distantes debÃa articularse y coordinarse para evitar la quiebra del sistema. En esta obra veremos las distintas formas con que el factor distancia alteró, determinó o dificultó la gobernabilidad de tan extenso imperio y cómo fue concluyente para su construcción y también para su decadencia y liquidación en la Crisis del Antiguo Régimen.